Haya salido del vientre de tu madre diez, cinco, tres años, dos minutos con treinta y cinco segundos antes o después que tú; un hermano, y en especial, mayor, es esa persona que a pesar de vivir jornadas diferentes y tener intereses completamente opuestos, hay un acuerdo mutuo de ayuda y confianza. Pues finalmente, duermen en la misma casa. Un hermano es aquel que te dirá las verdades más difíciles de oír, que te hará entrar en razón, te pondrá incómoda cuando no quieres asumir tus responsabilidades. Es esa persona dispuesta a levantarse por ti, que jamás te iba a dejar jugar videojuegos ni cambiarle de canal a la televisión, que ni te pelaba cuando estaba con sus amigos pero que también iba a hacer galletas contigo a la cocina (aunque solo se las comiera). La unión fraternal supera (por kilómetros) los invisibles lazos sanguíneos, pues es emocional y dependiente de las almas. Es ese estado auténtico en el que los logros, los tropiezos y las desilusiones de otra persona también son tuyas, no por participación, sino por mera admiración.
Un hermano mayor es aquel que presumes, que exaltas con más entusiasmo que a ti misma. Es ese individuo que tiene las agallas para tomar el teléfono y hacerte entrar en razón cuando lo único que ves son tus errores.
Mi hermano es esa persona que cuando niños, me molestaba sin razón pero que cuando dormía me cuidaba en sus sueños, aquel que aún en la misma escuela pretendía ser el más cool pero de reojo tenía en la mira a cualquier bully de por ahí. Y por suerte y obra de mis padres, tengo dos.
Cuando un hermano se casa (casi siempre) se va de la casa, emprende su propia sustentación y se enfrenta a una vida completamente sujeta a sus decisiones. En fin, mi hermano se casó y fue todo un ritual.
La aventura más caótica fue la elección del traje, realmente nunca fue una elección, sólo un proceso de largos episodios consistentes en un ir y venir al despacho del sastre familiar. Mi padre acostumbra consultar al Sr. Pérez cada vez que necesita un traje. El Sr. Pérez es un señor peculiar. Desde que yo era chica acompañaba a mi padre a que le tomaran sus medidas para su saco nuevo, íbamos al centro de la ciudad a un pequeño local al final de un pasillo oscuro, debajo de “La Cumbancha”, un local de tatuajes café y cerveza. La sastrería está en la planta baja de uno de esos edificios percudidos por el tiempo.
“Casimires y trajes – 14 D’Perez 14 – hechuras de lujo y trajes hechos” lee el letrero, es un local amplio, pero dividido por un largo mostrador que deja un espacio de metro y medio para los compradores. Cuando va una sola persona no hay ningún problema, la cuestión es en las ocasiones cuando va toda la familia a presenciar la prueba del traje de bodas del novio.
Sí, no cabíamos, y haciendo la suma de un espacio reducido más los nervios de un novio que tiene interés nulo por el sentido de la moda que un smoking de bodas debe tener, además amenazando con que ésta es la última prueba a la que va a asistir; una hermana (yo) intensa que quiere documentar todo el episodio, otro hermano también probándose su traje, una mamá y un papá observantes tratando de intervenir y formar parte de la decisión, el señor Pérez supervisando a su hija, Margarita, quien revisa los ajustes de las prendas, verifica las medidas y la simetría de las hombreras. Mucha densidad de personas dentro de una atmósfera de nervios en combinación con emoción, incertidumbre y desesperación porque otra vez quedaron cortas las mangas, el chaleco esta muy ancho, las hombreras sobresalen y se está descosiendo un ojal. Pero evidentemente, todos intentando hacer como si no notamos las fallas de las prendas porque, al igual que el novio, no pretendemos asistir a otra prueba.
Y el detalle imposible de pasar por alto: el señor Pérez es un sastre ciego.
Impresionante final.
Está interesante adentrarse al local y la descripción del letrero que te remonta a un local que ha trabajado por años.
Me gusta que asisten en familia y la convivencia acompañada por fotos.
Wowww, me encantó Orly!!!, no cabe duda de que hay muchísimo talento, el de las imágenes gráficas ya lo conocía pero el literario ha sido para mi una preciosa sorpresa, ya quiero leer tu primera novela, me la imagino parecida, una buena mezcla de imágenes e historias con un final que nos deje pensando…
Felicidades y a seguir “exprimiendo” el talento creativo, un beso grande Jorge
Muchísimas gracias, Jorge. Qué linda sorpresa su comentario, me da muchísimo gusto que te haya gustado 🙂