El reino de las colonias

Yo no sé si esto le pase a alguien más, aunque algo me dice que sí…

ese fenómeno urbano de identificar las colonias por sus colonos.

Pero no hablo de los gentilicios de colonias que se forman por estereotipos que comúnmente asociamos con economía.

Me refiero a los personajes particulares que habitan los recintos de las calles y avenidas. Aquellas que no traicionan a la memoria, ni aunque ella quisiera e implorara. Hablo de aquellas almas que se forman en recuerdos y personas que habitan en espíritu las calles que en realidad son solo calles y no espíritus. Para muchos serán sus amigos; para otros, vendedor de fruta de la esquina o del mercado.

Quizás algunos acostumbren a asociar sus nombres con los habitantes de sus casas, como virreyes en mansiones o tipos de flores y plantas que se asoman por las ventanas de sus inquilinas casas.

¿Será posible que a ustedes también les pasé que al cruzar Reforma, los gritos que suenan a pasos y marchas irradiados del pavimento nos confundan de dueño? ¿Será que el ángel dorado de la capital ya no sabe quienes reinan su colonia?; será que ya ha aprendido a leer enseñándose de las pintas y los graffitis. Será, tal vez, que de aquel ángel vendrá la verdadera revolución que sus calles piden en llanto.

Tal vez es cuestión de memoria individual,

y por eso a cada quien le sabe diferente el aire que respira, pues dependiendo de la colonia en donde está; o el nivel del subterráneo en el que viaja todo se mira diferente aunque parece lo mismo.


Supongo que todo esto es detonado por los recuerdos que nos hacen vibrar por dentro y nos impulsan a caminar por fuera.


Camellones que conocemos por nombres griegos que alguna vez leímos en la secundaria pero jamás entendimos.


Calles que bautizamos por memoria personal y luego jugamos el juego de la memoria volteando los letreros para saber en qué dirección circular.

Coches indomables que corren por los ejes de la ciudad, que se aventuran por viaductos que antes eran ríos.

Calles que tienen memoria que ignoramos por soberbia propia.


Bulevares que llamamos como queremos por la terquedad del inconsciente que se aferra a los apegos y los corazones rotos que caminaron en sentido contrario y se perdieron en la contra-esquina.


Imagino batallas y marchantes, escudos andantes y megáfonos de voces humanas.

Historia marcada por muerte y victoria que le dio el bautizo a su tierra de guerra.

Nombres en honor a hombres pero no con fervor a mujeres. En nombre de los conservadores y liberales, de Benito Juárez y Porfirio Díaz.

Pero lejos,

muy lejos de ahí,

en la periferia que hace mucho tiempo dejó de ser suburbio,

estamos los que circundamos la metropolis; que por exclusión hemos construido la propia que se distingue de ella por una alabanza colectiva a los centros comerciales y a los cines que hoy están vacíos por temor a la enfermedad que imagina viajar en el aire.

Hubo tiempos en los que las calles parecían campos minados por baches y vados,

causa de carreras ilegales, nocturnas y diurnas que se combinaban con las lluvias divorciadas del drenaje. Aquellas que inundaban como mares turbios a las coladeras y las banquetas.

Hubo tiempos en que las avenidas eran puro ruido y el mayor folclore citadino.

Hubieron otros tiempos;

hubieron muchos otros.

Pero pocos otros como estos en los que las calles nos tienen miedo y amenazan con fracturarse a cada paso que damos sin mirar a los dos lados.

¿Serán estos tiempos los tiempos que recordaremos por la revolución de las calles que finalmente se independizaron de los peatones y vehículos que los tatuaban sin piedad ni descanso?(pregunta exageradamente larga sin puntos ni comas para quedarnos sin aliento y volver a respirar).

Marcas de llantas y pisadas descuidadas en concreto húmedo,

nombres escritos en su piel grisácea

y tostada de asfalto.

¿Será que esta vez la calles se levantaran ante nosotros y auto-proclamarán sus nombres? ¿Será que las calles, finalmente, se llamaran como calles y no como hombres que yacen muertos en altares y escondidos en monumentos?

¿Será que la enfermedad que anda por las calles, nos hará dejarlas en paz?

Será y será, meras suposiciones sobre qué-será; tantas, que quizás ya fue y ni cuenta me di.


Todas las fotografías son originales

Texto también disponible en: https://orly-morgen.medium.com/el-reino-de-las-colonias-17900f1479b6