Una topografía del cielo

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Pareciera que la gravedad no existe, que lo flotante es lo permanente y las nubes para siempre.

Nubes que se comportan como nada, sin comparativo u opuesto.

Al fin y al cabo ¿qué es un cielo despejado?

Si los cielos no solo son habitados por nubes comunes — estandarizadas para estudiarlas y dibujarlas — sino, por rutas aleatorias jamás hechas de trazos.

No existe tal cosa como una topografía del cielo porque no existe un solo cielo. Un momento hay, al otro ya no.

¿Fui yo al pasar y cerrar los ojos y olvidar?, o fue el viento, o la luz, o que ya no soy la misma ni el cielo es él mismo.

Parece que lo que hay esta formado de nubes, pero por momentos confunde ¿se trata de agua o de sal? ¿es solo luz? ¿o verdaderamente es nada?.

Hay cimas azules y suelos negros que son a cierta altura.

Hay sistemas de cordilleras sin nombre.

Montañas, montes y cerros; blancas, negras y grises; altas, bajas y chaparras.

Hay edificios, más bien rascacielos. Podrían llamarse catedrales pero es indistinto si le rezan a alguien.

De vez en vez, globos aerostáticos flotan, viajan de un reino a otro. Del reino de tierra morada, al de tierra negra y oscuridad completa. Atraviesan la niebla con cabezas monstruosas de montañas asomadas. Descienden por los valles que surgen de vetas y sumideros blancos con relieve a la vista y tacto desconocido. Los arrastra el viento hecho de nube; hecho de tiempo.

En algunos lugares brotan hongos con protuberancias como alas y malformaciones por doquier, dicen que son contagiosos y que infestan los distintos reinos. Pero las tormentas les provocan correr, arrastrándolos de uno a otro.

Tormentas de aire, de viento, de niebla. Tormentas de nubes con luminiscencias curiosas que casi parecen dunas confundidas por olas de mar que alarman de tsunami.

Hay algunas franjas más claras, otras más oscuras. Topes negros divisorios entre azules y amarillos.

También hay cavernas que le ocultan cosas a la luz, tal vez montículos de sal que de un soplido se desmoronan.

Hay de todo, y hay de nada. A fin de cuentas es agua en formas raras.

Es luz que le da vida. Agua salada, corriente y electrizada que a veces funciona de electricista y en otras se exprime para desaparecer de su forma y reaparecer en otra.

Pensaba que los viajes en el cielo eran solo para los muertos, pero lo cierto es que los vivos los transitan día con día como pasajeros o terratenientes que se van a navegar los aires por el rechazo de la tierra, por el sueño de un niño o la ilusión de desafiar el tiempo.